Breve comentario sobre el 3° Encuentro de las Noches de Orientación Lacaniana
De la exposición que realiza respecto del discurso del amo, o del inconsciente, en contraste al discurso del analista, Miller arriba a la pregunta “¿Qué aprende el sujeto del inconsciente del trabajo que […] realiza en análisis?”; y responde: “aprende a hablar bien”. Es lo que Lacan llama el bien decir del Psicoanálisis, que es, además, “la condición para ser analista, para saber manejar el bien decir de la interpretación […] destinado a interpretar, debe aprender a hablar en su análisis. Y es que no hay analista sin análisis”.
Entonces, podríamos decir, en el análisis hay un buen decir tanto de parte del analista como, en última instancia, del analizante. En lo que sigue, Miller no vuelve a detenerse en este punto. No obstante, no se aleja demasiado y, casi como si aún recorriera la misma calle, habiendo tan sólo cruzado de vereda, apunta nuevamente al buen decir, esta vez en la Escuela: toma un insulto proferido en su contra, el de ser el yerno de Lacan, y construye todo un desarrollo – del cual, séame permitida la falta de pericia, salvaguardaré mis palabras – en torno a él. Volvió acto político un insulto, a bondad de enunciar el estatuto psicoanalítico en torno al decir, el buen decir.
Ahora bien, he de reconocerlo, esta última elucidación no me fue dada ipso facto; proviene, en verdad, del comentario de uno de los asistentes al encuentro. A voluntad o no, dicha intervención, rozó también algo de lo político, y esto en tanto la misma surge del interés por dar respuesta y tratamiento al silencio de los jóvenes durante la jornada. ¿A qué el silencio? La perplejidad en los rostros habrá sabido responder. En El nacimiento del Campo Freudiano, Miller caracteriza el orden universitario por el oscurantismo y la repetición; un modo de transmisión que, en teoría, no debiera tener que ver con la Escuela, en donde se trata de “un régimen de saber fundado en la transferencia”. Es que, además, “la transmisión exige la presencia de no analistas”. Entonces, hoy ¿cómo hablar con los no analistas?, ¿cómo dar lugar también a su palabra – y lograr la transferencia?, ¿cómo dar cuenta, una vez más, del buen decir?