Presentación del Libro: “Los Psicoanalistas y el Deseo de enseñar” de Graciela Brodsky
En una noche cálida por la presencia de Graciela, tuvimos el placer de escuchar la presentación de su libro a cargo de Alicia Carlsen, Diego Gareca y Laura Silisque. Cada uno con su estilo pudo aportar acerca de su causación personal en la lectura. Alicia presentó fragmentos del pase de Graciela en sus testimonios, destacando que no se trata de evolución del fantasma ciertamente, sino de un franqueamiento, del “saber hacer” con el síntoma, del cual Graciela da cuenta en su libro. Diego hizo hincapié en la definición o aproximación al concepto de que es un “analista”, como así su entrecruzamiento con otros discursos. Laura presentó el libro desde el binomio Analista-Partenaire Escuela, de la formación del analista y de la posición analizante articulada al deseo en relación al inconsciente.
Fue el turno de Graciela, al tomar la palabra para contarnos el trabajo de elaboración colectiva que había significado el libro, resultado de un trabajo de intercambio en el Seminario Diurno de la Escuela durante un año.
Con respecto al libro Graciela retomó la pregunta de Lacan en relación a qué discurso efectivamente somos “siervos”, discurso que determina lugares, por lo cual un sujeto nunca podría decirse que es “totalmente” libre. Abordó acerca de la conexión del par analista-enseñante, para ilustrar acerca de sus puntos de diferencia como así también de su unificación. Lo que unifica, dice Graciela es el S tachado, que hablan más allá de lo que dicen, que hay una verdad que traspasa la intención de significación. También nos invitó a pensar en la conexión entre el análisis personal y la Escuela, ambos términos como
necesarios entre ambos, en tanto solo el análisis personal puede hacer tambalear los semblantes y revelar la inconsistencia de ese Otro, construido a nuestra medida, pero que esa inconsistencia ya le preocupaba a Lacan acerca de su destino. La pertenencia a la Escuela, Lacan la piensa en relación al saldo de cinismo del final de análisis, como para impedir el confort con uno mismo o la infatuación del analista. La Escuela se constituye entonces como el Otro del analizado, el saldo a poner al trabajo en relación.